lunes, 30 de abril de 2012

Capítulo 7: Noctámbulos (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Lo que dejaba un odioso porcentaje de horas llenas de un falso moreno de ojos azules y verdes, aveces sentía ganas de realizar mal la poción a propósito y dejar que muriera envenenado... Podría decir que fue un despiste, nadie la culparía por cometer un error con una poción tan sumamente complicada, bueno, si había alguien que la culparía...>>

Capítulo 7: Noctámbulos.

Nuevamente despertaba al borde de un ataque en su cama de Hogwarts, no era a causa de pesadillas, no, era algo mucho más complicado de explicar, tanto que nunca lo había expresado en voz alta, era como si se sintiera caer en un pozo oscuro, sentía la caída y la gravedad, pero no el golpe y no veía ni el principio ni el fin de la oscuridad, todo estaba vacío, ni volumen, ni color, tampoco textura u olor, solo caía, caía en la nada y sus propios gritos le desgarraban los oídos y entonces un fuerte golpe sacudía su torso, se le comprimían el corazón y los pulmones y despertaba sin poder respirar, con un fuerte nudo en el estómago, con el rostro surcado de lágrimas y sudor. Ahora miraba el cielo en la torre de Astronomía, no entendía el por qué, pero hacía tiempo que no podía evitar ir allí, hacía tres semanas que el curso había comenzado, acercándose ya al maldito baile, pero eso a ella no le importaba, solo miraba las estrellas con firmeza, casi con ferocidad, ignorando el dolor de las herida de su brazo... Porque ya apenas había dolor, por lo menos como una persona normal lo definiría, sí, sentía el escozor de los cortes, sentía que se mareaba levemente con cada gota de sangre que oía caer al suelo, también sabía que su cerebro sentía necesidad de correr junto a Madanne Pomfrey para que la curara... Pero no quería hacer nada de eso, prefería disfrutar levemente de como el dolor la entumecía junto con el frío de la noche, prefería que fueran gotas de sangre y no lágrimas las que ensuciaban el suelo de piedra... No era elegir, era preferir. Pero también era cierto que no podría esconder aquello mucho tiempo, siendo de agradecer que tuviera cierta libertad al ser prefecta y premio anual y sobre todo que su compañera fuera un oso en hibernación cuando dormía, pero no podría esconder eternamente que algo iba mal en ella, sus amigos la conocían, sospechaban, mientras ella solo les esquivaba porque “tenía mucho que organizar” y al principio era cierto, los cuatros prefectos de Hogwarts estaban desbordados, mil horarios por repartir, mil cosas que explicar, mil alumnos que sancionar, tenía que preparar sus clases de Estudios Muggles junto con Malfoy, el cual se sentaba a su lado en la sala común y solo asentía con la cabeza o simplemente se levantaba y se iba, también habían organizado con Tina y Alex los horarios para utilizar el salón que McGonagall les había cedido para practicar los bailes, en la torre Este, sexta planta. Tenían tanto trabajo que a duras penas podían ver a sus amigos, comían en sus dormitorios (privilegio de prefecto), esa semana no tuvieron clases gracias a McGonagall que lo había dispuesto todo para que esa semana la tuvieran única y exclusivamente para organizarse, luego, con el transcurso de los días la situación se normalizó, hacían sus rondas, daban las clases de Estudios Muggles, también las de repaso, luego daban sus clases privadas y veían a sus amigos en sus escasos ratos libres y las comidas. Pero ella seguía buscando escusas para escabullirse de Harry, Ginny y Ron, su novio.
No es que hubiese sido fácil decidir que hacer, eran amigos de años y lanzarse a una relación de otro tipo era un gran salto, pero lo habían dado juntos y por parte de Hermione con los ojos cerrados, pero no se arrepentía, aunque tampoco era capaz de estar todo el día con él, o besarlo en público. En realidad poca gente sabía de su relación y no porque fuera un secreto, si no porque ella no era demasiado afectiva en público... No es que lo hiciera a propósito, aunque esto claro está, no agradaba mucho a Ron. Pero aquel no era momento de comerse el coco, es más, era momento de ir a dormir, porque al día siguiente tenía que dar tres horas seguidas de Estudios Muggles y dado que Draco simplemente se sentaba en una esquina y observaba, lo mejor sería que estuviera bien descansada y por eso comenzó a ir hacía su dormitorio, pero no pudo evitar ir antes al baño de Myrtle la llorona para ver como avanzaba su poción, la cual cada vez le resultaba más fácil realizar y de la cual ahora tenía cuatro calderos casi listos, solo esperando a la luna llena de los próximos días y menos mal, porque Draco agotaba la poción a un ritmo alarmante, aunque por lo menos nadie había descubierto el pastel y eso, se dijo cuando se tapaba con las gruesas mantas, era algo bueno.
Mientras, el joven Draco paseaba por la linde del bosque prohibido, sin la posibilidad de dormir lo único que le quedaba era caminar al aire fresco de la noche, arropado por la oscuridad y disfrutando de su soledad, solo lo molestaba una cosa, la bocecilla de su cabeza que no paraba de releerle la carta de su abogado...

Estimado Señor Malfoy,
Le escribo para comentarle como usted exigió los avances en el caso, aunque he de decir que estos son tan escasos como negativos, ya que su padre no solo sigue recluido en Azkaban, si no que poco retiene al comité que lleva el caso volverlo a encarcelar a usted, pero para su espero alegría, su madre cada vez está más limpia de sospecha, aunque como ya le digo, usted sigue en el punto de mira, sobre todo tras que la Señorita Hermione J. Granger rechazara su papel como testigo de la defensa. Es muy probable que sin este testimonio usted sea declarado culpable, con suerte siendo condenado solo a unos veinte o treinta años de prisión. El caso de su padre no tiene mucho arreglo, como bien sabe Señor, el comité exige la pena de beso del dementor, siendo esta casi inevitable, espero poder comentarle en breve nuevas y más halagüeñas noticias,
Atentamente,
Dominic R. Booth.

Pdta. ¿Ha pensado en hablar con la Señorita Granger e invitarla amablemente a sernos de ayuda? Usted aún posee muchos métodos de convicción.

Y lo que aún Draco no se explicaba era el por qué no despedía a Rupert, el abogado más idiota sobre la faz del planeta. Bueno, con suerte, solo sobre Inglaterra.

En el próximo capítulo...
<<Todos los alumnos de tercero de Estudios Muggles guardaron en silencio y miraron a su profesora, la prefecta de Gryffindor Hermione Granger.>>

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