domingo, 22 de abril de 2012

Epílogo: Dulce perdón. (DoP)

Epílogo: Dulce perdón.

-Te amo- susurró la castaña de forma dulce.
-Y yo a ti, Hermione, más que a mi propia vida...- le contestó un afligido Draco-. Aún no puedo creer lo de ayer- continuó revolviéndose su rubio cabello.
-Olvídalo, lo importante es que estás aquí, que todos estamos bien, que aún puedo sentir tu calor- dijo la joven rememorando el terror que había sentido minutos antes del desenlace de su plan.
-Me hubiese vuelto loco si ese maldito os hubiese hecho daño a ti o a los niños... Lo hubiese torturado hasta la muerte- siguió diciendo con un brillo cruel y frío en su mirada de acero.
-Olvídalo, además, le debemos algo a ese idiota- contestó con igual frialdad y algo de burla mientras señalaba sus cuerpos desnudos y entrelazados bajo las sábanas.
-Cierto- la mirada de Draco brilló con malicia como una estrella en el cielo oscuro-. Podríamos seguir celebrando...
-¿Celebrando?- Hermione sonrió en la oscuridad y se deslizo sobre el cuerpo desnudo de su marido, haciendo que este riera sensualmente.
-¡Mi pequeña serpiente! No me había dado cuenta de cuanto te extrañaba hasta que ayer estuve a punto de perderte- dijo solemnemente él-. Siento haberte descuidado a ti y a los niños estos últimos dos años... Siento haberte culpado de aquello- su voz sonó tan atormentada como lo había estado él, Draco Malfoy.
-Yo también me culpé, lo sabes, sabes que no hay día que no lo haga, pero lo que más me dolió fue pensar que te había perdido como lo perdimos a él... ¡Jamás vuelvas a hacerme sentir algo así, Draco Malfoy!- concluyó la castaña en una especia de jadeo de desesperación.
-Hermione, te juro que jamás volveré a desperdiciar un segundo a tu lado, a la mierda el trabajo, que se encarguen Severus y Scorpion y se ganen el dinero que gastan- dijo riendo y haciendo reír a la mujer de su vida junto a él.
-Quiero estar delante cuando se lo digas, van a poner la misma cara que cuando Ron te lanzó aquel corazón de cocodrilo a la cara en tercero- siguió ella riendo estruendosamente.
-No me lo recuerdes, olí a rancio tres días- continuó él chasqueando la lengua para evitar reírse de sus disputas de niños.

Los minutos pasaron y ambos adultos siguieron disfrutando de su amor entre besos y caricias, explorándose como si fuera la primera vez, recorriendo sus cuerpos con lujuria y despertando sentimientos que hacía unas semanas hubiesen creído muertos. Cuando por fin, exhaustos, se volvieron a abrazar en la amplia cama, la conversación volvió a girar en torno a lo acontecido en el andén 9 ¾ el día antes.

-Me encantaría saber quién planeo todo aquello, según el ministerio, alguien contrató a Goyle para asesinarme... Podría volver a poneros en peligro- reflexionó el rubio.
-Dudo que vuelva a ocurrir- dijo ella con un suspiro, algo exasperada con la preocupación de su marido.
-Eso no puedes saberlo, me querían muerto y aquí sigo, vivito y coleando- comentó él haciendo que su esposa rompiera en risas mientras señalaba cierta parte de su anatomía y decía un sensual “no lo pongo en duda”-. No lo tomes a risa, Hermione, si algo os pasara...- ella suspiró y lo besó, sabiendo que no podía ocultar por más su secreto.
-Fui yo- dijo firmemente tras culminar su beso.
-¿Qué?- contestó Draco confuso.
-Yo planeé tu asesinato- respondió ella con una sonrisa-. Bueno, tus tres hijos ayudaron mucho.

Draco miró confuso a su esposa, sabiendo que no bromeaba, pero rezando a Merlín porque así fuera. Su esposa, su compañera, su amante, su amiga... Ella lo quería muerto y se lo confesaba entre sábanas, tras horas de sexo salvaje. Aquello era una broma de mal gusto, pensó mientras se abalanzaba hacía su varita.

-Accio varita- conjuró Hermione extendiendo la mano para tomar la varita de su marido entre sus manos y mirarlo de forma retadora mientras lo apuntaba con ella. Luego rió de forma estruendosa y la arrojó bajo la cama para luego arrojarse a los brazos de Draco-. ¿Enserio pensabas que te quería matar?- dijo aun riendo.
-Eres una víbora- dijo él arrojándola contra el colchón y poniéndose en pie-, no te acerques a mí, zorra.
-Draco...- murmuró ella.
-¿Has aprendido bien a ser una digna víbora? Parece que lo suficiente como para quererme fuera de tu camino...

Pero no pudo continuar, ella estaba aferrada a su cuello y mordía y besaba sus labios con ganas, con amor y sinceridad, haciendo que él se derritiera por dentro como solo ella era capaz.

-Te amo- pronunció ella-. Déjame explicarte y no seas melodramático. No me agrada que ese rasgo mío se te haya pegado, es irritante- continuó ella pareciendo aquel Draco que había conocido en el colegio.
-Habla- contestó frío y cortante él, solo para ocultar sus nervios.
-Lo hicimos para recuperarte. Sabíamos que si te veías al borde de perdernos para siempre volverías a estar con nosotros. Contratamos a Goyle porque sabíamos que era lo bastante estúpido como para que se aventurara a querer asesinarte y no pensar en que en menos que canta un gallo lo habrías vencido. No queríamos tu muerte- siguió ella solemne-, solo tu regreso a nuestro lado.
-Hermione...- dijo él con lágrimas en sus mejillas, iguales a las de su esposa...
-Sé que me has odiado, lo sé, no intentes negarlo- dijo cuando vio que Draco pensaba replicar-, no te culpo. Maté a nuestro hijo antes de que tan siquiera naciera. Pero no me puedo arrepentir. Sé que nunca te ha gustado que trabaje como auror, sé que jamás debí ir en busca de aquellos mortifagos pero... ¡Querían matarte a ti y a los niños!- reventó la castaña llorando, ya que por primera vez en dos años, hablaba aquello con su marido-. ¿Qué querías que hiciera? Yo no sabía que estaba embarazada... no lo supe hasta que me llevaron a San Murgo después de que aquel hechizo me diera de lleno. Al principio creí que lo entenderías y me perdonarías pero... ¡Dos años!- gritó arrogándose contra él y golpeando su pecho-. Te amo, maldito idiota... ¿Acaso no entendías que yo también me sentí desolada? ¿No entendías que también era mi hijo? ¿No viste la culpabilidad en mis ojos?- y sin más fuerzas se derrumbó contra el suelo.
-Te amo y lo siento- dijo mientras la abrazaba y besaba su cabello-. Sé que no tengo escusa, como tantas otras veces no la he tenido, pero te ruego que una vez más me perdones por ser un idiota. Perdoname.

Minutos tan largos como días pasaron y el llanto de Hermione cesó y en su lugar solo hubo paz y tranquilidad, por saber que él no le guardaba rencor, por tener su perdón, por haber sacado a fuera todo su dolor y frustración y por saber con certeza que aquel día su relación con aquel hombre que tanto dolor y felicidad la había hecho sentir acababa de renacer como un hermoso fénix. Y una vez más se tomaron el uno al otro, pero esta vez con un infinito amor, sin saber que meses después, esa reconciliación traería una dulce y pequeña consecuencia.

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