domingo, 22 de abril de 2012

Capítulo 1: Desde fuera. (D.o.P)

Capítulo 1: Desde fuera.

El cielo se mostraba tan negro como la boca del lobo, ni si quiera las farolas parecían disminuir esa sensación, por eso prefirió mirar al frente de forma altiva, como bien había aprendido a hacer. Su falda larga y de vuelo hasta el suelo de color negro solo mostraba a duras penas sus botines de piel de dragón, le gustaban tanto como caros y difíciles de encontrar eran y esto sin duda hizo aparecer una sonrisa burlona en el rostro, porque aunque tuviera dinero y todos sus caprichos aun no tenía todo lo que deseaba. Deseaba mucho más.
La verdad era que cualquiera de sus amigos en aquellos momentos no la reconocería, posiblemente se había echado a perder con los años y su mejor maestro había sido su marido, pensar en él la hizo sonreír de nuevo mientras avanzaba por entre los jóvenes que salían de los bares cercanos al caldero chorreante, los cuales la miraban con una mezcla de extrañeza y excitación, si bien ella hace unos años no hubiese entendido eso último, ahora, cercana a sus cuarenta, pero tan bella y joven como a sus dieciocho comprendía como el contoneo de sus caderas, su paso y aspecto firmes, su mirada y sonrisa altiva y su camiseta escotada podían volver loco a cualquier hombre y eso haría esa noche, volver loco a un hombre para que por una buena cantidad de dinero y una promesa vana de algo más hiciera el trabajo sucio, porque por ella se dirigía al callejón Knockturn con una sola intención, encontrar un asesino para su marido.

-¡Pero qué ven mis ojos...! Si pareces toda una Slytherin, Granger- rió sonoramente, de una forma tan macabra, que si Hermione hubiese sido aquella joven de dieciséis años que pasaba el día en la biblioteca de Hogwarts hubiese corrido en busca de ayuda, pero obviamente, no era la misma.
-No lo parezco, lo soy, Goyle- saludó ella altiva y de forma fría, dejando clara su postura.
-Por lo que veo aprendiste bien del traidor de tu marido...- dejó caer de forma despectiva, a lo que ella ni se inmutó-. ¿Para qué me has hecho venir?- terminó de decir.
-Verás- comenzó de forma coqueta-, necesito a un hombre de confianza- sonrió-, tengo un trabajillo pero no puedo escoger a cualquiera para él, ya sabes, necesito a un mago fuerte y poderoso, que no tenga miedo, que sea lo suficientemente inteligente para ver la oportunidad que le ofrezco...- continuó mientras soltaba sobre la mesa un bolsa llena de galeones de oro y de paso, enseñaba descaradamente que más era lo que ofrecía...
-Yo soy tu hombre, Granger, yo soy tu hombre- contestó de forma lasciva.
-Malfoy, me llamo Hermione Malfoy y cuida tus formas conmigo- comentó ella en un siseo mientras su varita se clavaba en la piel del cuello de su acompañante.
-Sigues teniendo tu carácter de leona ¿eh? Seguro que el estúpido de Draco no te complace como mereces ¿No?- había burla en su voz, pero además había ira y lujuria.
-Bueno, necesito a un autentico hombre a mi lado- dijo coqueta, mordiéndose el labio inferior mientras guardaba su varita-. Necesito que mates a mi marido, necesito que mates a Draco Malfoy- culminó la joven con un sonrisa fría y malvada, dejando caer por fin lo que requería de su acompañante.

Ese día toda la familia Malfoy se encontraba en el andén 9 ¾ para despedir a la más joven de la familia, la muy orgullosa Gryffindor, Lillian Sémele Malfoy, la cual partiría para su último año de clases. Su sonrisa era especialmente luminosa aquel primero de Septiembre, al igual que la de su madre y sus hermanos mayores, los cuales estaban allí, expectantes, mientras el cabeza de familia miraba atento su busca mágico, esperando noticias de su trabajo, pasando por alto la alegría exaltada de su familia, pasando por alto la expectación de sus ojos... Pero todo eso quedó atrás cuando tras que el tren se pusiera en marcha y las últimas familias que se encontraban en la estación comenzaron a marcharse hasta que unos gritos colmaron el ambiente, a los lejos de la familia Malfoy un hombre alto y fornido, envuelto en una capa negra y con el rostro tapado por una careta con forma de calavera plateada se dirigía hacía ellos, lanzando hechizos para desarmar y paralizar a todo aquel que se le pusiera en medio, el plan estaba claro, ningún herido más que él.
Draco apenas pudo reacciones antes de que el mortífago se dispusiera a atacar a su mujer y sus dos hijos, ambos sorprendentemente paralizados de terror.

-Avada...- pero antes de que pudiera terminar, aquel encapuchado cayó sobre el suelo muerto, dejando caer su máscara, mostrando su identidad.
-¿Goyle?- Draco apenas podía respirar con tranquilidad, poco había faltado para que ese cerdo hubiese lanzado una maldición imperdonable hacía él, poniendo en peligro a sus hijos y su mujer, los cuales parecían demasiado asustados.

En el próximo capítulo...
Es probable que mi corazón se hubiese endurecido e incluso, ensombrecido durante los meses después a la guerra, dónde las pérdidas y el dolor se volvieron tan inseparables de mí como mi sombra, aunque un gran maestro en la frialdad había sido mi querido Draco, el cual me había enseñado a separar los sentimientos de la razón, a pensar con frialdad cuando la vida dependía de ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario